3/12/18
El país del corrupto corazón
Nuestra Colombia, tan hermosa como corrupta.
El país en el que un fiscal anticorrupción es condenado por corrupto, y en el que una consulta anticorrupción pierde en las urnas, será sede de la Cumbre Mundial Anticorrupción en el 2019.
Muchos dicen que el chiste se cuenta solo, a otros nos preocupa que esto parezca un chiste, en un país donde la corrupción "mata y come del muerto".
La corrupción en Colombia se convirtió en el personaje del año. Nada ni nadie ocupó tantos titulares.
Estuvimos rodeados de todo tipo de escándalos, desde el Caso Odebrecht, en el que además de todos los funcionarios investigados, hasta el Fiscal General de la Nación pasó de acusar a ser acusado; el robo en Reficar, el mayor descalabro financiero de un proyecto de interés público en la historia del país, del cual ya ni se habla; hasta la cruda imagen de Gustavo Petro, uno de los abanderados de la lucha anticorrupción, recibiendo dinero y empacándolo de manera sospechosa para fines aún desconocidos.
La Contraloría nos contó hace un tiempo que los corruptos en Colombia se están llevando entre $40 y $50 billones de los presupuestos nacionales, departamentales y municipales, pero la corrupción en Colombia no es un tema nuevo.
Casos espantosos como el del "Carrusel de la Contratación", ocurrido en pleno centro del poder nacional, Bogotá, y el del "Cartel de la Toga", que ensució a las altas cortes del país, nos hacen pensar acerca de dónde viene este cáncer que permea todas las esferas.
Tendríamos que ir atrás y mirar en qué momento la corrupción inicia más fuerte en nuestro país, y la respuesta estará sin duda en su relación con el narcotráfico.
La imagen del narcotraficante que se hace rico a partir de la ilegalidad, que no es como muchos creen una imagen que surja en los 90 sino que viene de más atrás, con hechos como la bonanza marimbera de los 70, dio sin duda un mensaje fatal al país, implantando la idea de que esa ilegalidad es la vía más fácil para alcanzar lo deseado.
El pensamiento “si él lo hace, ¿por qué yo no?”, nos muestra la gravedad de no educar con el ejemplo, lo que deja como consecuencia una cultura del “todo vale”, del “¿cómo voy yo ahí?” y del “vivo vive del bobo”, indolente y cínica.
Si bien el panorama es complejo, no todo debe verse desde la fatalidad. Nuestra actitud frente al tema no puede ser la del fanático que todo lo juzga y no aporta nada. Pensar desde los extremos no nos permite crecer como sociedad.
Es cierto que la corrupción es el cáncer nacional, en el que los corruptos son las células cancerígenas, pero tiene una cura: la educación.
Con educación se instauran y se promueven valores y comportamientos éticos, no hay otra respuesta.
Acabar con la corrupción no es un trabajo fácil, hace parte de un cambio cultural y mental que nos tomará años, pero que debe iniciarse desde ya, dando ejemplo, hablando del tema y estando siempre atentos.
La meta es que en Macondo no sigamos siendo el país del corrupto corazón, sino que volvamos a cantar: ¡Colombia, tierra querida!.
28/5/18
Muchos egos y pocos huevos
Los
petristas indignados con Fajardo porque no anuncia una alianza para la segunda
vuelta presidencial –siendo que siempre sostuvo que no estaba de acuerdo con la
misma– justifican sus quejas diciendo que lo único que ha hecho Gustavo Petro es ser
mal gobernante, como si eso fuera algo sin importancia en un país perdido en
tantos sentidos y afectado por la corrupción hasta los huesos.
A
ellos hay que recordarles que Petro, además de haber sido un pésimo funcionario, es un tipo radical y con un ego enorme, idéntico al de su contraparte, Álvaro Uribe, cuyos seguidores ya ni saben qué más inventarse
para captar los votos de los que no apostamos por los extremos, la violencia y el egoísmo.
Mientras tanto, nosotros, los raros, los que pensamos distinto, los que leemos, los que soñamos, los que dudamos de todo, a los que nos gusta tomar nuestras propias decisiones y odiamos el proteccionismo y ser borregos útiles, optamos por el voto en blanco, aun sabiendo que esta decisión terminará contribuyendo al fondo común de los egos de unos personajes, que más allá de buscar ser líderes de aquello que proclaman, anhelan acceder a las arcas de los colombianos, llenando los bolsillos izquierdo y derecho de sus pantalones de marca.
Nosotros, los que nos levantamos cada día a trabajar por lo que necesitamos y por lo que queremos, a quienes no se nos pasa por la cabeza que alguien nos pueda mantener, sobornar o entregar un pedazo de tierra, quienes tenemos más huevos que egos, no creemos en los discursos demagógicos ni de Petro ni de Uribe, y seguiremos pensando y actuando para que algún día nuestro país cambie.
Mientras tanto, nosotros, los raros, los que pensamos distinto, los que leemos, los que soñamos, los que dudamos de todo, a los que nos gusta tomar nuestras propias decisiones y odiamos el proteccionismo y ser borregos útiles, optamos por el voto en blanco, aun sabiendo que esta decisión terminará contribuyendo al fondo común de los egos de unos personajes, que más allá de buscar ser líderes de aquello que proclaman, anhelan acceder a las arcas de los colombianos, llenando los bolsillos izquierdo y derecho de sus pantalones de marca.
Nosotros, los que nos levantamos cada día a trabajar por lo que necesitamos y por lo que queremos, a quienes no se nos pasa por la cabeza que alguien nos pueda mantener, sobornar o entregar un pedazo de tierra, quienes tenemos más huevos que egos, no creemos en los discursos demagógicos ni de Petro ni de Uribe, y seguiremos pensando y actuando para que algún día nuestro país cambie.
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